Este domingo, Rosario se enfrenta a una elección clave para su futuro. De un lado está Juan Monteverde, candidato promovido por sectores del kirchnerismo y aliado político de figuras como Juan Grabois, Cristina Fernández de Kirchner y Sergio Massa. Su retórica de “ciudadanía activa” encubre un proyecto de fuerte intervención estatal, más regulación, y una visión de izquierda que ya fracasó en todos los niveles de gobierno.
Monteverde, referente de Ciudad Futura, lleva años consolidando su espacio con discursos zurdos que poco han hecho por solucionar los problemas estructurales de Rosario. Las estadísticas de seguridad empeoraron, la presión fiscal aumentó y los discursos “comunitarios” no alcanzaron para enfrentar la crisis social, la expansión narco ni el desempleo juvenil. Hoy intenta posicionarse como una cara nueva, pero su alianza con los sectores más ultrakirchneristas lo desenmascaran.
Aleart representa el cambio: libertad, orden y eficiencia estatal
Frente a ese modelo agotado, Juan Pedro Aleart, candidato de La Libertad Avanza, irrumpe con una propuesta disruptiva. Sin vínculos con el aparato político tradicional, Aleart encarna la renovación: propone un municipio más ágil, menos burocrático, que garantice seguridad y libere el potencial productivo local.
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Sus ejes son claros:
- Reducción del gasto político y privilegios de la clase dirigente.
- Reorganización del Estado municipal para eliminar estructuras inútiles.
- Un enfoque realista en materia de seguridad, con respaldo a las fuerzas del orden.
- Fomento a la actividad privada, simplificando habilitaciones y eliminando trabas innecesarias.
Aleart entiende lo que muchos dirigentes prefieren ignorar: sin un cambio profundo en la gestión municipal, Rosario seguirá atrapada en el mismo círculo vicioso que la convirtió en símbolo de violencia e ineficiencia.
Monteverde es el pasado: piquetes, asistencialismo y más Estado
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El problema de Monteverde no es solo su ideología: es su historia política y sus vínculos. Fue socio del peronismo provincial, cómplice silencioso de gestiones que permitieron el avance del narcotráfico y el deterioro del tejido social. Su cercanía con Grabois anticipa un modelo de gestión basado en la economía informal, el piqueterismo y la multiplicación de planes sociales como forma de dominación política.
Detrás de su fachada «progresista», Monteverde representa lo peor de la vieja política: discursos idealistas, medidas ineficaces y una agenda que gira en torno al control estatal, no a la libertad ciudadana.
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Rosario tiene una oportunidad: elegir futuro
Este domingo, la ciudad tiene dos caminos: apostar por un modelo nuevo, con reglas claras, crecimiento económico y orden institucional, o repetir el experimento populista con otro nombre y otra estética, pero con los mismos resultados de siempre.
Juan Pedro Aleart, sin compromisos con la vieja política, plantea una alternativa concreta, moderna y coherente. Rosario puede comenzar una transformación real, o caer nuevamente en manos de un progresismo desgastado, cuya única propuesta es más Estado, más impuestos y más asistencialismo.