La imagen de un video fue clave para los investigadores que tratan de determinar si lo que comenzó con la desaparición de un hombre en situación de calle podría convertirse en una historia criminal pocas veces vista, asesino serial incluido.
En la toma se ve a Omar Anachuri (68) a las 16.11 de la tarde del 25 de julio pasado. El hombre –alcohólico en situación de calle– cruza con paso inseguro la calle guiado por un hombre y se sube a un taxi. Su perro, enloquecido, da vueltas al alto tratando de acompañarlo.
Esa fue la última vez que alguien lo vio con vida.
Para la Justicia –que hizo un seguimiento de cámaras a partir de esta primera toma captada desde una farmacia– el hombre que acompañaba a Anachuri era Matías Jurado (37). Por eso se allanó su casa en el barrio Alto Comedero, ubicado a unos 5 kilómetros del centro de San salvador de Jujuy. Y por los restos de sangre y la evidencia de una cremación Jurado quedo detenido y este lunes fue imputado formalmente del asesinato.
Pero ahí no termina la cosa. Al allanar la policía y el fiscal Guillermo Beller se encontraron con un chico de 16 años aterrado, tan aterrado que – luego contó-se orinaba en la cama.
Su mamá –en situación de calle y adicciones– lo había mandado a vivir con su abuelo para cuidarlo porque ya estaba muy grande. Pero el problema no era tanto el abuelo –alcohólico que desaparecía cada tanto- sino su tío Matias.
Conocido como «El Gringo», Matías era violento, vivía borracho y tenía problemas con las drogas. Tres veces había estado preso: la primera siendo menor de edad, la segunda en 2017 por robo agravado y la tercera en 2018 por amenazas con arma en ocasión de robo. Había salido en libertad condicional en 2021.
Su familia no quería saber nada de él y terminó en lo de su padre. Pero nada mejoró para nadie. El adolescente (también con serios problemas de adicciones) y su abuelo -que en los últimos tiempos prefirió vivir en la calle- quedaron atrapados en una verdadera casa del horror.
En la casa, la Policía encontró sangre, huesos y restos de piel. Por eso desde la fiscalía están evaluando pedirle ayuda al Equipo Argentino de Antropología Forense. Pero primero hay que encontrar los restos de él o las victimas, cosa que por ahora no ocurrió.
A los policías el sobrino del acusado les contó que los viernes su tío se iba a la antigua estación terminal (un aguantadero de todo tipo) y volvía con un hombre mayor, que luego desaparecía. Su radio de acción también incluía el barrio Mariano Moreno, donde habría levantado al menos a dos de sus victimas.
El sobrino dijo que los viernes se iba porque sabía que pasaban «cosas malas». Pero señaló un terreno donde su tío, al parecer, enterraba las partes descuartizadas de sus «invitados», todos en situación de calle.
En el lugar, la Policía encontró indicios de cremaciones y bolsas de basura con restos. Este lunes comenzarán las excavaciones y el análisis de los huesos para determinar si es posible la extracción de ADN.
En total, la fiscalía de Guillermo Beller reunió datos de cinco adultos mayores que vivían en situación de calle en la zona donde «cazaba» Jurado y desaparecieron en los últimos dos meses. Pero según el sobrino que quedó bajo la tutela temporal del Estado, «todo empezó un año y medio atrás».
El adolescente que hizo una declaración corta en Cámara Gesell donde llegó a asegurar que le había advertido a su familia lo que pasaba, pero nadie quiso creerle. Solo un primo accedió a acompañarlo a la casa de Alto Comedero, pero cuando vio la sangre salió espantado. Los vecinos, por su parte, contaron que Jurado andaba todo el día con un machete en la mano.
Con Jurado detenido, una mujer de la familia se animó a declarar el domingo a la noche el secuestro de otro hombre ocurrido el 1° de enero pasado. Y este segundo caso pudo ser también corroborado por las cámaras de seguridad de la ciudad.
Lo que sospechan ahora los fiscales es que se podría estar frente a un asesino serial con al menos media docena de víctimas y ningún otro móvil más que el placer de matar. Porque, al parecer, les ofrecía alcohol y algo de dinero para que lo acompañaran. Todo podría ser el comienzo de una investigación con final aun incierto.
El procurador general Sergio Lello Sánchez sostuvo que «los indicios llevan a suponer que son restos humanos» los encontrados en la casa «y los cinco hechos de desaparición tendrían ese patrón común».
El Centro de Monitoreo de la Policía de Jujuy reconstruyó los trayectos de Jurado a partir de las desapariciones denunciadas. En varias grabaciones se observa a las víctimas siguiendo un patrón común: abordaban un remís con Jurado y eran llevadas hasta su casa. Ninguna fue vista saliendo del lugar.
Las víctimas eran todas personas mayores, en situación de calle o con dificultades sociales. Las primera pericias determinaron que Jurado es imputable y «entiende perfectamente la criminalidad del hecho».
MG