«Mientras él tenga confianza en si mismo, dentro de las posibilidades con las que contamos hoy, va a seguir teniendo minutos”. Marcelo Gallardo hizo una defensa de Miguel Ángel Borja en la conferencia de prensa posterior a un 3-0 a San Martín de Tucumán en el que el delantero tuvo, como aseguró el deté, una mejor asociación con el juego del equipo -asistencia a Galoppo incluida para el 2-0-, pero también una falta de eficacia para la definición, que es lo suyo, que volvió a subir la histeria del colectivo riverplatense en torno a su presencia en el 11.
Miguel Borja, en la victoria ante San Martín (T). Foto: Federico Chara
Borja es en sí mismo un debate, uno que se aplaca cuando el colombiano encadena una racha de goles como la que tuvo en el primer semestre de 2024, con registros que lo ponían a la altura de los monstruos de las Europas como Haaland o Mbappé. Y un debate que se hace gigante en momentos como este, con el Colibrí seco, aportando goles cada tanto y, en general, goles que coronan resultados abundantes (sus últimos tres gritos: el cuarto en el 4-1 a Vélez, el quinto en el 6-2 a IDV y el tercero en el 3-1 a Platense). En todo caso, en su esencia la compleja ecuación que es en sí mismo el 9 de River parece dar error en el bronceado paladar gallina y también en el propio manual de estilo de un Gallardo que pocas veces apostó por un jugador de rol tan específico para el área, acaso con Iván Alonso, Larrondo o Girotti como antecedentes relativamente comparables que se cuentan con los dedos de una mano.
Borja ante San Martín (T). Foto: Federico Chara
No por nada, claro, el Muñeco habló de la “confianza” que deberá recuperar un MAB que hoy, en términos del propio entrenador, está “flechita para abajo”. Pues bien, con Salas, Driussi y Ruberto lesionados, con Dadín muy verde y con un Colidio que la está rompiendo arrancando por izquierda, Miguel tendrá que levantar la fe porque vienen partidos decisivos. Lo sabe MG, pero también lo saben sus compañeros, que en el Madre de Ciudades en el último tramo del partido parecían jugar casi exclusivamente para que Borja hiciera un gol que lo desbloqueara.
Así y todo, el mensaje del técnico da la pauta de que el Colibrí tendrá que hacer un trabajo más parecido al que mostró contra los tucumanos, aún sin gol, que a la versión apática que se le vio contra San Lorenzo. Eso, dar la cara con Independiente en Avellaneda y, sobre todo, mostrar rebeldía en Asunción ante Libertad en 10 días, en el inicio de la serie de octavos de final de la Copa Libertadores, con toda la carga que eso implica.
Gallardo bancó a Borja en plena sequía. (Prensa River)
Y es que River ya jugó demasiados plenos por Borja en partidos sin margen de error, en los que el goleador no estuvo a la altura: ni en sus últimos superclásicos, ni en las llaves con Colo Colo y Mineiro en la CL24, ni últimamente en el Mundial de Clubes, con las chances desperdiciadas versus Monterrey que todavía duelen.
“A Miguel se le detecta si es goleador o no: yo lo fui a buscar por eso, no para que me haga el trabajo de Julián Álvarez, Borré o Salas. Miguel se destaca por sus goles”, explicaba Gallardo el sábado. Pues bien, hoy los goles son los que no están apareciendo: en los 31 PJ (1.512 minutos) que lleva Borja en 2025, acumula siete tantos, con una media goleadora de 0,23 por partido, muy lejana a la de un 2024 en el que gritó 31 veces en 49 juegos (0,63 de promedio).
Borja, lejos del gol. Prensa River
Tal vez la clave esté en esa confianza perdida, en el proceso que se retroalimenta con el murmullo que provoca en la gente ver al colombiano en una sintonía a menudo distinta a la del resto y, también, en la seguridad de que su ciclo en Núñez terminará en cinco meses, cuando quede en libertad de acción.
En ese contexto MG tendrá que encontrarle la vuelta para que Borja se enchufe por lo pronto en los partidos que vienen: porque el futuro del goleador en River ya parece sentenciado, pero el futuro de River en lo que queda de esta temporada dependerá en buena parte de él y de su olfato goleador.
Borja y el desafío de volver a enchufarse.