En un contexto marcado por el orden fiscal, la desregulación progresiva del mercado y un cambio de reglas de juego en favor de la previsibilidad, la formación bruta de capital fijo —indicador clave que mide la inversión— registró un crecimiento interanual del 31,8% durante el primer trimestre de 2025, según los últimos datos oficiales difundidos por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC).
Este récord de inversión se da tras años deestancamiento crónico kirchnerista, fuga de capitales y desinversión, y representa el dato más elocuente del nuevo clima de negocios generado por el Gobierno nacional. El empuje no se limita a lo nominal: se traduce directamente en más producción, más actividad y más empleo formal en sectores clave.
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Inversión en equipo y transporte.
La mejora estuvo liderada por el crecimiento explosivo en maquinaria, equipo y transporte, evidenciando un proceso de modernización productiva en marcha. Dentro del rubro de maquinaria y equipo, el componente nacional creció 19,8%, mientras que el importado se disparó 64,5%. En equipo de transporte, los resultados fueron aún más contundentes: 79,1% de crecimiento en el componente nacional y 66,2% en el importado, cifras que consolidan un verdadero boom inversor.
Por su parte, las inversiones en construcción crecieron 8,4%, mientras que se observó una baja del 8,7% en otras construcciones, probablemente reflejo de una mayor selectividad y eficiencia en el destino del capital.
La comparación contra el trimestre anterior —ajustada por estacionalidad— también es positiva: la formación bruta de capital fijo creció un sólido 9,8% respecto al último trimestre de 2024, lo que confirma que no se trata de un rebote puntual, sino de una trayectoria ascendente sostenida.
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Este avance acompañó el crecimiento general del PBI, que aumentó un 5,8% interanual y un 0,8% en la medición desestacionalizada, en línea con la reactivación de la actividad tras la corrección macroeconómica impulsada por el oficialismo.
“El dato oficial del PBI del primer trimestre trajo una corrección significativa que muchos están obviando. Según el EMAE, el PBI había promediado un alza de 1,5%, pero el reporte oficial ajustó ese crecimiento a 0,8%”, explicó el consultor Gabriel Caamaño, en su cuenta de X. La corrección, lejos de ser un síntoma de debilidad, refleja una fuerte expansión de la demanda de inversión por sobre el consumo público o las exportaciones.
Mientras el consumo privado creció 2,9% en el mismo período y el consumo público se retrajo levemente (-0,1%), la inversión sobresalió como el componente más dinámico de la demanda agregada. Las exportaciones, por su parte, retrocedieron tan solo 1,5%, reflejando condiciones externas aún adversas.
A nivel sectorial, la reactivación es acompañada por subas destacadas en Intermediación financiera (+27,2%), Pesca (+11,6%) y Hoteles y restaurantes (+9%), entre otros. Estos sectores, vinculados tanto a la economía real como a los servicios, evidencian que el crecimiento no es meramente estadístico, sino que empieza a permear en rubros concretos de la vida económica.
La reactivación de la inversión es, quizás, el dato más revelador del cambio de expectativas que atraviesa la economía argentina. En una estructura productiva golpeada por años de incertidumbre, controles y populismo económico, el nuevo paradigma continúa rindiendo frutos.