Pasaron casi tres meses desde el fallecimiento de Antonio Gasalla, ocurrido el 18 de marzo, y en las últimas horas se supo cómo quedó finalmente distribuida su herencia. La noticia la dio a conocer Marcelo Polino, quien fue más que un amigo del legendario humorista: fue su confidente, su sostén emocional y uno de los pocos que lo acompañaron hasta el final, en silencio y sin especular.
Fue el propio Polino quien, al aire en Intrusos (América), confirmó que el hermano de Antonio, Carlos Gasalla, fue nombrado heredero universal. “Estuve hablando con la familia. Antonio dejó todo en orden: declaró heredero universal a su hermano Carlos, que ya tiene la potestad legal para disponer de todos los bienes”, explicó el periodista.
Sin embargo, lo más emotivo llegó después. Polino confesó que, por decisión de Carlos y de Nieves —la cuñada de Antonio—, él también recibirá algunos de los objetos más significativos del universo personal y artístico de Gasalla. “Me llamaron Carlos y Nieves, y me emocioné muchísimo. Ellos, como familia, decidieron darme algunas cosas del repertorio de Antonio: vestuario, elementos de trabajo, algunos de sus moños… En estos días vamos a ir a la casa. Es muy movilizante”, relató, visiblemente conmovido.
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Polino fue una presencia clave durante los últimos años de vida de Gasalla, sobre todo cuando en 2019 se conoció el diagnóstico de demencia senil progresiva. Ya en los meses previos a la muerte del artista, Marcelo había hecho pública la difícil situación que atravesaba su amigo. “Ya no nos reconoce. Está en silla de ruedas, no camina. No hay que invadirlo, hay que acompañarlo desde la fe, más que nada por la calidad de vida”, había declarado entonces, con un tono que mezclaba dolor y resignación.
El adiós a Gasalla fue con el telón de fondo que merecía: su velatorio se llevó a cabo en el mítico Teatro Maipo, espacio emblemático de su carrera y del espectáculo argentino. Allí, decenas de admiradores, colegas y afectos se acercaron a darle el último adiós. Luego, sus restos fueron trasladados al Parque Memorial de Pilar, donde recibió sepultura en una ceremonia íntima y cargada de respeto.
Ahora, en un gesto que habla más del vínculo afectivo que de lo material, Polino atesora una parte de ese legado intangible: las prendas, los objetos de escena, los pequeños grandes símbolos de un artista irrepetible que marcó generaciones y dejó una huella imborrable en el teatro y la televisión nacional.
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