«Me parece una tarea idiota hacer una película para burlarte»

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Ganadora del premio al mejor director en la Competencia Internacional del Bafici 2023, “El santo” es la ópera prima de  Juan Agustín Carbonere y se estrena esta semana en el Cine Arte Cacodelphia (Av. Pres. Roque Sáenz Peña 1.150), una de las pocas salas que quedan en Buenos Aires para el cine que no viene de Hollywood. Con el anuncio del posible cierre del Gaumont que hizo el gobierno de Javier Milei, el cine argentino tendría todavía menos espacios de exhibición. Pero también es un enigma el futuro del Incaa. El horizonte está lleno de nubarrones para toda la cinematografía nacional.

“Éste es un proyecto independiente, sin financiación del Incaa, pero la verdad es que es una situación que me entristece, porque mucha gente del cine depende del apoyo que da ese organismo, incluso gente que trabajó en mi película y que tiene un entrenamiento espectacular gracias al trabajo en películas financiadas por el Instituto –advierte Carbonere, quien ya tuvo oportunidad de exhibir El santo en Serbia, Brasil, Rusia y China0. Yo trabajé en distintos lugares del mundo y puedo asegurar con conocimiento de causa que los técnicos de cine en Argentina están entre los mejores”.

“El santo” fue financiada por el propio director debutante, pero está claro que ese no es un camino que pueda sostenerse en el tiempo. “Fue medio un suicidio –dice él–. Convencí a alguna gente para que ponga dinero, puse plata yo, un poco por amor al arte, y también como inversión para mi carrera. Todos los que trabajaron en la película cobraron, pero juntar la plata fue una cruzada. Y no creo que pueda volver a hacerlo solo”. 

Protagonizado por el uruguayo Roberto Suárez, de muy buen trabajo, este film dividido en cinco episodios que se rodó en apenas 17 días, y en cuyo elenco también aparecen Elisa Carricajo, Claudio Da Passano (fallecido en enero del año pasado), Benjamín Mateos y José Fogwill, cuenta la extravagante trayectoria de un curandero popular a la manera de esas historias de suceso y ocaso que son muy frecuentes en la historia del cine. 

“Me interesa mucho el esoterismo, y se me ocurrió unir ese interés con otra cosa que siempre me atrajo, los ‘rise and fall’, esas historias de vida de personas que llegan a la cima y después caen de golpe. Como le pasó a Diego Maradona, por citar un ejemplo célebre. Gente que logra un éxito que la termina superando y fagocitando”, detalla el director debutante, que ya tiene escrito el guión del que sería su segundo largo, “una ucronía con Simón Bolívar como protagonista de la que sólo voy a contar eso y que se llama ‘El prócer’”, revela. “También me encontré con un libro maravilloso, una obra para mi gusto, muy importante de la literatura argentina, la novela “Eisejuaz”, de Sara Gallardo, que fue una influencia para esta primera película”.

Si bien hay algunos momentos de humor en “El santo”, la película no propone una mirada irónica sobre el mundo de la medicina alternativa ni mucho menos. “Es algo que evitamos deliberadamente –explica Carbonere–. Con Eva Padró, productora y mi gran socia en este proyecto, pensábamos que si alguien creía que nos estábamos burlando de este curandero y de los que lo siguen habíamos fracasado. Es fácil burlarse de algo o de alguien.  Me parece una tarea idiota hacer una película para burlarte. De todos modos, verla no hará que nadie cambie lo que piense de ese mundo que mostramos. Podés creer en estas prácticas o verlas como una chantada, e igual entrar en la película”. 

Si hay algo que “El santo” consigue es inquietar. Es una película con un ambiente tenso, extrañado, una historia cuyo desenlace no es fácil de imaginar y con un protagonista cuyo hermetismo provoca desconcierto. Carbonere supo cómo crear ese clima, y la interpretación de Suárez es muy convincente. “Lo vi por primera vez en ‘La luz incidente’, una gran película argentina de Ariel Rotter que descubrí durante la pandemia, y de inmediato le escribí a un amigo uruguayo para ver si lo conocía. Por suerte sabía perfectamente quién era y me dijo ‘escribile ya, que se va a entusiasmar’. Y así llegué a contactarlo y aceptó muy rápido. Fue fundamental para la película. Porque es un tipo con un compromiso real con la actuación, que entiende muy bien que actuar es más que asumir un rol: es también entender todo el proceso de cómo va ser una filmación y las necesidades del director. Nos juntamos muchas veces antes del rodaje, más para hablar del personaje que para ensayar. Y fue un placer charlar con él. Roberto Suárez es también un dramaturgo y docente con mucha experiencia. Tiene un grupo de teatro que busca lugares abandonados en Montevideo para reacondicionarlos y montar obras. Ahora mismo, están con una iglesia que se incendió en los años 60. Construyeron ahí un escenario y escribieron una obra para hacerla en ese lugar. Fue genial haberlo conocido y trabajar con él”.

La educación en la UBA y con VHS

Agustín Carbonere trabaja en una productora de cine publicitario y videos musicales que también lo apoyó en la producción  a pulmón de su primer largometraje. Tuvo un paso por la carrera de Diseño e Imagen de Sonido de la UBA, pero no la terminó. “De la UBA sólo puedo hablar maravillas. Tuve profesores increíbles que aún con pocos recursos me dejaron muchas enseñanzas”, remarca él, justo en un momento en el que también la educación universitaria pública y gratuita, toda una gran tradición argentina, también es amenazada explícitamente por el gobierno de Javier Milei. 

Se crió en una casa en la que había una gran colección de VHS que armó su padre, donde se veía con devoción al “Súper Agente 86” y la saga de “Indiana Jones”. Pero su película favorita es “La dolce vita”, el clásico del maestro italiano Federico Fellini. “Es grandiosa, la más importante que vi en mi vida”, destaca. “Otras que fueron importantes para mí, son “F de Fake”, de Orson Welles, y “Electric Dragon 80 mil V”, de Gakuryū Ishii –agrega–. También me encantó “Zona de interés”, la última película de Jonathan Glazer, un director que se formó en el cine publicitario y de los videoclips musicales. Y soy muy fanático de Leonardo Favio. Hace poco vi de nuevo “Nazareno Cruz y el lobo” en una copia muy mala, pero me pareció una obra impresionante. El cine de Martín Rejtman, el que hace en la productora El Pampero… Son películas que fueron posibles porque existe un circuito alternativo, salas como Cacodelphia, donde voy a estrenar El santo. Esperemos que eso resista”.

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