De acuerdo a estimaciones privadas, tras el pago de U$S 1.000 millones a tenedores de BOPREAL (el bono público que inventó Caputo para que los importadores paguen sus deudas en dólares), cayeron las reservas netas y quedan muy lejos del negativo de U$S 3.100 millones pautado con el FMI hacia fin de año.
Sospechan que el Gobierno pagó esos vencimientos con depósitos en dólares de las personas, el único saldo disponible quitando el préstamo del FMI (unos U$S 14.000 millones) y el swap con China (unos U$S 18.000 millones, del cual ya se utilizó una tercera parte). Estos depósitos están inmovilizados por los bancos privados (encajes) y el BCRA los contabiliza dentro de su balance.
Si bien las reservas brutas no cayeron tras el pago del lunes porque esos bonos «Bopreales» estaban principalmente en cuentas locales (es decir, es un cambio contable en el resultado global), las reservas netas (las de libre disponibilidad) sí cayeron.
Este lunes las reservas brutas en el Banco Central cerraron en U$S 41.776 millones. Sin embargo, una gran parte no está disponible porque se encuentra comprometido. De acuerdo a estimaciones de distintas consultoras, el cálculo de reservas «netas» según la metodología del FMI da como resultado un negativo de casi U$S 17.000 millones, lo que significa una distancia muy grande (e imposible de saldar en menos de un mes) con la meta de U$S 3.100 millones negativas pautadas con el FMI hacia fin de año, por lo que se espera que el organismo aplique un nuevo «waiver» (perdón) con el país en su revisión trimestral).
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El problema de las bajas reservas no es el alegato del FMI sobre la marcha de la economía, sino la enorme fragilidad del sistema financiero para fortalecer la moneda nacional y enfrentar diversas situaciones. Desde el lado de los «mercados» (el capital financiero) la duda es si la Argentina podrá hacer frente a los vencimientos de deuda más cercanos.
Las dificultades para acumular reservas son minimizadas por el equipo económico de Luis Caputo, quienes plantean que lo que se debe hacer es generar nuevo endeudamiento para pagar deuda vieja, por lo que se tornaría innecesario sumar divisas en el frente comercial. Sin embargo, a pesar del apoyo del gobierno de Trump en Estados Unidos, que le permitió sortear las elecciones de medio término, no está claro cómo hará Caputo para pagar los más de U$S 4.000 millones en enero.
De acuerdo a la Oficina de Presupuesto del Congreso (OPC), los vencimientos de deuda en moneda extranjera suman unos U$S 4700 millones en enero, de los cuales U$S 4.212 millones corresponden a títulos públicos. En total en 2026 los pagos en moneda extranjera suman U$S 19.505 millones, y unos $157.713.000 millones en pesos.
Tras el fracaso del supuesto «blindaje» de bancos privados internacionales por U$S 20.000 millones, Caputo negocia ahora un «repo» de más corto plazo por U$S 5.000 millones, y ya se esta hablando que sería de apenas U$S 3.000 millones. Insuficientes para las exigencias que se vienen. Y además, insostenible a mediano término, agravando los desequilibrios existentes y generando las condiciones para una salida caótica.
Por su parte, las críticas del FMI y otros sectores del capital financiero y el gran capital pasa por exigir una suba del tipo de cambio o cambio del esquema de bandas (devaluación) que evite la salida de dólares y le permita acumular reservas, para así, pagar los intereses de deuda. No sorprenden declaraciones del mismo Cavallo exigiendo un «programa explícito de acumulación de reservas para sostener la baja del riesgo país».
En la otra vereda de ambas salidas, deuda o devaluación, es necesario plantear una salida soberana, de defensa del empleo, el aparato productivo, los bienes comunes naturales. Esto requiere enfrentar las exigencias insaciables del capital financiero que nos condiciona con el endeudamiento y empuja a contrarreformas como la laboral, declarar el desconocimiento soberano sobre la base de una investigación de la ilegitimidad e ilegalidad de la deuda y de la más amplia movilización popular. Y defender el valor de la moneda nacional combatiendo la fuga de capitales a través de la nacionalización de los bancos en un banco estatal único y del comercio exterior, bajo control de los trabajadores.
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