El escándalo de los audios: los días de paranoia y acusaciones de corrupción en la Casa Rosada

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—Decime: ¿No nos vas a contar nada de lo que está pasando?

—No sé, ¿qué está pasando?

—¿Vos me estás tomando de boludo?

La primera conversación entre un funcionario de la Casa Rosada y Diego Spagnuolo ocurrió el mismo martes, por la noche, cuando en el canal de streaming Carnaval ya se había difundido la tanda inicial de grabaciones clandestinas de una supuesta conversación del ahora ex titular de la Agencia Nacional de Discapacidad. En los primeros audios, que, presumiblemente, se registraron en algún lugar público porque se percibe un bullicio parecido al de un café, Spagnuolo cuenta que Eduardo “Lule” Menem -el principal asesor de Karina Milei- está al frente de un sistema de coimas, por el cual se le exige a las droguerías que le venden medicamentos al Estado un retorno del 8% que terminaría -al menos una parte- en manos de la hermana del Presidente. Dice, además, que se trata de un mecanismo que viene de lejos pero que, en la actual administración, se profundizó. “Son más chorros que los Kirchner”, afirma en otra de las grabaciones. Y dice algo más: que le advirtió de la maniobra espuria al propio Milei, su jefe y amigo, y que no encontró reacción.

Al otro día de la difusión de los audios, Spagnuolo retomó el contacto con el Gobierno para decir que su voz se había creado con inteligencia artificial. Pero el artilugio duró poco. Enseguida, ante la certeza de que existían más grabaciones y de que el tema escalaba en los medios tradicionales, confesó que era él el que hablaba. “Vas a tener que renunciar”, le dijeron el miércoles a la tarde, después de una larga reunión que mantuvieron las principales autoridades del Gobierno.

Karina Milei, Diego Spagnuolo y Javier Milei, en tiempos más felices.

Se lo transmitieron con cierto temor: no solo por la sensibilidad del tema, sino porque Spagnuolo es uno de los mejores confidentes de Milei. Después del economista Juan Carlos de Pablo, es el que más asistencias tiene a las funciones de ópera de los domingos en la Residencia de Olivos. En el registro oficial de visitas, puede verse que se reunió con el jefe de Estado 41 veces en la Quinta Presidencial y 48 en la Casa Rosada. A Olivos concurrió en más oportunidades, por ejemplo, que Karina y Santiago Caputo.

Spagnuolo se negó a renunciar, cortó su teléfono y no atendió más a sus superiores. Entonces le sacaron la firma y, en plena medianoche, anunciaron que lo echaban, igual que al director de Acceso a los Servicios de Salud de la Andis, Daniel María Garbellini. El área quedó intervenida.

Spagnuolo es, además de amigo de Milei, uno de sus abogados. Dato: en el allanamiento que se realizó en su casa del barrio Altos de Campo Grande, en Pilar, los investigadores secuestraron, junto a sus dos teléfonos, computadoras y una máquina de contar billetes, un permiso firmado por Milei en el que le da poder para actuar como su representante judicial. Ahora, el equipo de abogados lo encabeza Francisco Oneto, que lo defiende en el caso $Libra. Oneto estuvo el viernes en la Casa Rosada, reunido también con Karina. Ingresó a las 12.45, pasó por el detector de metales como uno más y se presentó en la recepción: “Vengo a ver a Santiago Caputo”, dijo.

En Balcarce 50 el clima se cortaba con un cuchillo. “No sabemos qué decir”, admitían los voceros de los ministros. Pocos pudieron disfrutar de las milanesas con ensalada, el menú que servían los mozos en los despachos de los funcionarios.

Los nervios condujeron a la torpeza. Cuando trascendió una segunda serie de audios, hubo un funcionario que se contactó con varios periodistas, incluso con quienes no habla a menudo, para describir a Spagnuolo como “un loquito” o “un mitómano”. Hasta que le respondieron con el registro de visitas y el hombre tuvo que desdecirse.

En las redes también hubo intentos por asociar a Spagnuolo con Victoria Villarruel (subieron fotos de la campaña) y hasta con la diputada Marcela Pagano, a quienes vinculaban con una operación de inteligencia para perjudicar al Ejecutivo. ¿Pruebas? Hasta hoy, ninguna. Aunque el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, sostuvo ayer que le preguntó a Milei por Spagnuolo y que el primer mandatario le contó que se lo había acercado Villarruel. La pregunta que nadie supo o no quiso responder es: ¿Por qué lo echaron?

El escándalo generó pánico y paranoia en el poder. Se preguntaban: ¿Qué otras cosas hay? ¿Filmaciones? ¿Más audios? ¿Fotos? Es lo que no saben. El silencio de las personas aludidas por Spagnuolo se volvió atroz. Milei no dio entrevistas, como sí ha hecho en casos resonantes, como el LibraGate; Karina, que esta misma semana salió furiosa a aclarar en X que no tiene un Rolex, tampoco habló; Lule Menem dejó de frecuentar hasta el café del barrio de Núñez donde suele concurrir por las mañanas. Y Martín Menem, a quienes muchos mencionan como eslabón de la supuesta cadena de corrupción, hizo piruetas para no cruzarse con ningún micrófono en el Congreso.

Uno de los colaboradores del titular de la Cámara de Diputados, interceptado en el recinto durante uno de los días de sesión, apuntó: “Martín no es Lule”. Pero otro Menem, Alfredo (ministro de Desarrollo Social de La Rioja), arremetió ayer contra ambos. “Están metidos en todos los hechos de corrupción del Gobierno”, dijo. ¿Será cierto que en las próximas horas se vendrá una medida judicial importante contra Lule Menem, pero por otro caso?

Emmanuel Kovalivker está en el ojo de la tormenta.

El avance judicial por las grabaciones -cuyo contexto y fecha precisa se desconocen- terminó por descolocar al Gobierno. Todo fue demasiado veloz y efectivo. El fiscal federal Franco Picardi hizo casi veinte allanamientos y, según fuentes judiciales, se recopiló todo lo necesario para agilizar la investigación. Además de requisar la casa de Spagnuolo, la Justicia allanó la droguería Suizo Argentina (de la que se llevaron 15 cajas con documentación y un pendrive) y los domicilios de los hermanos Kovalivker. A Emmanuel lo encontró la Policía de la Ciudad cuando intentaba irse en su auto de Nordelta con 266.000 dólares que llevaba en sobres papel madera que contenían anotaciones de números. Jonathan, en cambio, eludió los controles y, cuando los efectivos llegaron a su casa, hallaron una caja de seguridad abierta y bandas elásticas tiradas, como si se hubiera fugado con dinero. Una versión judicial dio cuenta de que podría haber sido ayudado por el personal de Seguridad privada de Nordelta, que habría demorado el ingreso de los policías con preguntas e indicaciones banales. El mundo del revés.

El escándalo desnuda, a la vez, la falta de una red de contención por parte del oficialismo, la orfandad política con la que gobierna La Libertad Avanza. No tiene intendentes propios, se peleó con gobernadores que hasta hace poco le jugaban a favor en el Congreso (los últimos fueron el salteño Gustavo Sáenz y el tucumano Osvaldo Jaldo), Milei mantiene una guerra a cielo abierto con su vicepresidenta y muchos dirigentes que participaron de la campaña ya no están. La última estocada vino de cuatro diputados que asumieron en 2023 y que el miércoles anunciaron que abandonaban el bloque libertario con denuncias de maltrato y corrupción.

El kirchnerismo ve sangre y ataca. Está en su naturaleza. Hasta se permitió la osadía de hablar de corrupción. Los gustos siempre son mejores en vida. “Menem lo hizo”, dijo un senador peronista, fascinado con los audios. Sarcasmo y crueldad, todo junto. Un viejo operador del PJ dice que, al fin, se está investigando la ruta del dinero K. “Con K de Karina y no de Kirchner”, se burla.

Pero no es solo el peronismo. La oposición amenaza con aglutinarse. El Senado rechazó el jueves los decretos que disolvían Vialidad Nacional, el INTA, el INTI, el Instituto del Teatro y el Banco de Datos Genéticos y convirtió en ley el aumento del financiamiento universitario. En algunos casos, la votación fue convalidada por hasta 60 senadores de un total de 72. El kirchnerismo tiene 34. El miércoles, Diputados había insistido con la emergencia en Discapacidad. El panorama se oscurece en el Congreso para el oficialismo. El Gobierno solo tuvo una buena noticia en la semana: Milei pudo sostener el veto contra el aumento de las jubilaciones.

José Mayans y los K arremetieron contra el Gobierno y hasta se animaron a hablar de corrupción. Foto: Federico López Claro.

“El kirchnerismo tiene secuestrado al Congreso”, dijo el Presidente en Rosario, durante su disertación en la Bolsa de Comercio. Se esperaba, quizás, otra cosa. Ni una palabra esbozó sobre el caso que sacude a su administración.

En el entorno presidencial dicen que, antes de aconsejarle que se pronuncie, es necesario conocer el descargo de Spagnuolo. El Gobierno y el Círculo Rojo lo aguardan con ansiedad.

Su testimonio podría ser determinante para llevar algo de alivio al Gobierno en plena campaña. O para desatar la peor de las tormentas.

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