Instituto ganó en las tribunas, pero fue goleado por River en el terreno de juego

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¿Qué sería del fútbol sin el público? ¿Sin las hinchadas? ¿Sin la pasión? Pasan los años, pasan los dirigentes, la modernidad, la tecnología, la “evolución”, la IA… pero -por ahora- nada puede simular a la pasión del hincha de fútbol argentino… latinoamericano. Imagináte, entonces, si alguna vez podrán sustituir al fanático cordobés. Difícil, olvidate. Instituto perdió (con un feo 0-4) en el estadio Mario Alberto Kempes ante River, por la segunda fecha del Torneo Clausura 2025, pero en las tribunas metió un fuestión bien cooooordobés.

Los gritos, el folclore, las canciones, las tonadas, los reclamos, los insultos, las broncas, las alegrías; el sinfín de emociones por las que atraviesa un hincha de fútbol en una cancha es indescriptible. Ya lo han intentado teorizar tantos intelectuales y otros, quizás con más aciertos, lo han trasladado a la literatura. Podríamos citar a Fontanarrosa, Soriano, Sacheri, Mario Benedetti, Luisa Valenzuela o Julio Ramón Rybeiro, sólo por dar algunos nombres que lo lograron. Pero aún así es difícil, y más en una crónica, salvo que seas el brasilero Nelson Rodrigues o el peruano Mario Vargas Llosa. Pero qué lindo que es probarlo.

Y el hincha de Instituto puede ser un muuuy buen sujeto para “estudiar” o describir… o al menos para observar. Tantas glorias vividas, tantas decepciones sufridas; tantos grandes jugadores observados y tantos fiascos aguantados. Pero ellos se mantienen allí, bancando los trapos. Y si el partido será ante el River de Gallardo, entonces, la cosa se pone más seria; y si además hay que agregar que después de mucho tiempo hay hinchas visitantes, ¡pero que viva el fútbol, carajo! (Y clink caja para la dirigencia del club de Alta Córdoba que mudó la localía).

Una camiseta de River, codiciada en el mundo del coleccionismo, está en Córdoba

La fiesta que se dio en el estadio Mario Alberto Kempes valió la pena, por momentos, dejar de ver lo que ocurría en el terreno de juego, y observar -y escuchar- al simpatizante ‘glorioso’. Por favor lo que sufrieron, lo que vibraron. Silbaron, se mordieron las uñas, gestualizaron con las manos, arengaron con los brazos y las gargantas furiosas.

Esas camisetas albirrojas de distintos modelos, marcas, truchas, originales, de todos los estilos, de ‘Miliki’, de Dybala, del ‘Chino’ Romero, de Sarría, de lo que se les ocurra. Con auriculares en los oídos, y con el corazón en la mano. Y con la expectativa cada vez que la pelota pasaba por Alex Luna, la esperanza de este equipo de Daniel Oldrá… y con el alma en la garganta cuando Salas o Colidio atacaban. Fútbol, fútbol, marco y cuadro. “…que la ‘Gloria’ es de Primera, es de Primera…”

¿El partido?

El partido tuvo poco vuelo futbolístico. Un primer tiempo con escaso juego, que se resolvió en los últimos tres minutos. No hay dudas, River tiene un gran plantel, pero poco equipo, muchos nombres, escaso funcionamiento. Pero, le alcanza con eso. ¿Instituto? Voluntades, muchas voluntades y pocas sorpresas ofensivas. En la primera etapa, el ‘Millonario’, que lejos estuvo de ser superior, llegó cinco veces y convirtió dos goles, y Roffo tapó dos claras. Instituto tuvo la pelota, pero remató una sola vez al arco de Armani. Para muestra: un botón.

Por eso lo que más se destacaba era lo que acontecía en las tribunas. Y los “Juan”, “Sergio”, “Martas” y “Pauli” eran más figuras que los protagonistas del terreno de juego. Sin embargo, a los 44’ apareció un remate desde afuera del área de Colidio rozó en el cuerpo de Requena, descoló a Roffo y apertura del marcador. Demasiado premio para los porteños. Y tres minutos después, jugada de Maxi Salas, asistencia de Colidio, gol de Santiago Lencinas: 2-0. Instituto tenía el partido controlado y en una ráfaga se esfumó. Fútbol, simplemente fútbol.

Las campeonas de Instituto, invictas de la Liga Cordobesa

Segundo tiempo

En el complemento, River se defendió con la pelota. Tiene jugadores de jerarquía y la sensación es que, por ahora, no le hace falta brillar para ganar. Manejó el juego, Roffo tuvo otro atajadón ante Salas, pero en el momento en el que las tribunas eran un fiestión, con bengalas, luces, banderas, gritos, cánticos, humo, locura, apareció nuevamente el pibe Lencinas, y desde afuera del área estableció el 3-0 para el ‘Millonario’. Después fue sólo voluntad cordobesa, y River manejando los tiempos, y a los 43 Galoppo selló la goleada 4-0.

Fue derrota del equipo de Oldrá, mucho por trabajar, pero el hincha ‘glorioso’ sabrá que al menos desde las tribunas dio todo. Fútbol, y como escribió Fontanarrosa en La observación de los pájaros: “simplemente un partido de fútbol”.

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