El pasado martes 10 de diciembre se cumplió un año del experimento libertario, marcado por la asunción de Javier Milei como presidente y su discurso inaugural de espaldas al Congreso, donde prometió ejecutar el “mayor ajuste de la historia” contra el sector público. Sin embargo, lejos de golpear a la casta política, esta parece estar más viva que nunca, como lo demuestran los casos de corrupción descarada, desde los famosos dólares de Kueider hasta los pactos legislativos que aseguran la continuidad de un modelo que favorece a las élites.
En Chubut, el gobernador Ignacio Torres cumplió también un año de gestión. Aunque intentó mostrarse como un opositor circunstancial a Milei durante los primeros meses de 2024, pronto quedó claro que su alianza es estratégica. Torres ha aplicado en la provincia una versión local de las políticas libertarias: ajuste feroz contra los trabajadores estatales, priorización del pago de la deuda externa, promoción de planes extractivistas que intensifican la primarización económica y la represión sistemática de los sectores en lucha. A esto se suma el intento de despojo de los territorios ancestrales de los pueblos originarios y la creciente militarización, evidenciada por el Comando Unificado en Trelew, el VIRCh y ahora en Comodoro Rivadavia.
El resultado: Torres, al igual que Milei, bate récords en pobreza e indigencia. En los conglomerados urbanos de Trelew-Rawson y Comodoro Rivadavia-Rada Tilly, las mediciones del INDEC reflejan un desplome de la industria, la construcción y un aumento alarmante de la desocupación. La inflación más alta del país golpea a las familias trabajadoras, mientras que el gobernador impulsa leyes xenófobas que imponen costos adicionales a los inmigrantes para acceder a la salud pública.
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Los que transan
Algunos sostienen que Milei ha capitalizado la crisis de los partidos tradicionales, pero este avance no habría sido posible sin la complicidad de sectores del sistema político. La “imbatibilidad” que la oposición y cierto periodismo ven en el presidente no se explica sin esa dosis de colaboración ejecutada por macristas, radicales y una fracción no desdeñable del peronismo. La aprobación de la Ley Bases es un ejemplo paradigmático: se logró gracias al voto del senador Kueider (sí, el de los 200.000 dólares) y el desempate de Villarruel en el Senado. Esta ley, que institucionaliza el ajuste y entrega soberanía económica, debería ser declarada nula.
Además, Milei contó con la colaboración de la CGT, que no convocó ni a un paro general ni a movilizaciones cuando se votó esta ley, dejando a los jubilados, estudiantes, trabajadores y la izquierda enfrentando solos la represión dirigida por Patricia Bullrich. Pero si las peleas no se fortalecieron, no fue por el despliegue del “protocolo antipiquetes” fue por la tregua que otorgó y sigue renovando la CGT, que se retiró absolutamente de las calles y medidas de fuerza, de las direcciones universitarias radicales y peronistas que dieron por terminada la pelea.
Ahora, esos mismos sectores negocian junto a CFK y Milei una reforma electoral que busca consolidar un régimen bipartidista, excluyendo a los partidos más pequeños y especialmente a la izquierda, que sigue siendo la única fuerza dispuesta a enfrentarlos en las calles. En la Legislatura de Chubut, Torres sigue esta misma lógica, justificando su alineamiento con el gobierno nacional bajo el pretexto de conseguir supuestos beneficios para la provincia. Pero esta obediencia debida no es más que la máscara de un modelo que perpetúa el saqueo y la entrega del país a las multinacionales y al FMI.
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Ganar las calles
A pesar de la tregua de las burocracias sindicales y la complicidad del peronismo, el año estuvo marcado por una ola de conflictos que lograron frenar en varias ocasiones las políticas del gobierno. Desde los trabajadores del Hospital Laura Bonaparte, que evitaron su cierre, hasta las masivas movilizaciones universitarias que en abril obligaron al gobierno a liberar fondos esenciales. La rebelión docente en Misiones rompió el techo salarial del gobernador Passalacqua, y los trabajadores de la AFIP evitaron 3.000 despidos anunciados. Paros como el de los aceiteros en Rosario y las luchas de los jubilados también fueron hitos de resistencia en este 2024.
En Chubut, sin embargo, los principales gremios —petroleros, camioneros, metalúrgicos, de la pesca y estatales como ATECh y SISAP— han seguido la línea de la CGT y la CTA, manteniendo una tregua que beneficia tanto a Torres como a Milei. La tarea urgente de cara al 2025 es romper esta parálisis, recuperar las calles y movilizar desde cada espacio de trabajo y estudio. Exigir a las burocracias sindicales y estudiantiles la convocatoria de una huelga general para derrotar el plan de ajuste de Milei, Torres y el FMI.
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Construir una alternativa socialista
Desde la izquierda hemos estado presentes en cada una de estas peleas. En el Congreso, figuras como Myriam Bregman, Nicolás del Caño, Christian Castillo y Alejandro Vilca han puesto el cuerpo junto a los jubilados, enfrentando la represión. Pero sabemos que la clave no está solo en el Parlamento, sino en la organización desde las bases, en la lucha colectiva y en la combatividad de las mayorías trabajadoras.
Por eso, nos preparamos para construir un gran partido de trabajadores socialista, que canalice la fuerza de los sectores combativos y de las luchas populares para transformar esta realidad. No se trata solo de resistir el ajuste, sino de construir una alternativa donde las mayorías trabajadoras tomen el control y terminen con el reinado de los poderosos.