El diputado nacional por Chubut José Glinski reconoció que incluso dentro de la oposición no esperaban lograr el rechazo del capítulo del Presupuesto que incluía la derogación de las leyes sobre el financiamiento universitario y del Hospital Garrahan.
El legislador atribuyó el resultado a errores del oficialismo, al peso social de los reclamos y no descartó un desenlace similar de cara al debate por la reforma laboral. “Nosotros no éramos conscientes de que el capítulo 11 se iba a poder rechazar hasta el momento mismo de la votación”, admitió Glinski, al describir la dinámica de una sesión que calificó como de resultado “imprevisible” y atravesada por errores de cálculo del propio Gobierno.
Una derogación “metida por la ventana”
Según explicó el legislador, en diálogo con Actualidad 2.0, la inclusión de los artículos para derogar las leyes de financiamiento universitario, discapacidad y emergencia pediátrica se produjo de manera tardía y opaca. “Recién nos enteramos cuando tuvimos el dictamen en nuestras manos, después de que el propio oficialismo lo había firmado. Empezó mal parido, con un camino muy opaco”, señaló.
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Glinski sostuvo que el Gobierno subestimó el peso simbólico y político de esas normas, que habían sido aprobadas durante el año con fuerte respaldo social y también con mayorías agravadas tras los vetos del Ejecutivo. “Fueron leyes muy luchadas, no solo por diputados y senadores, sino por la gente: universidades, colectivos de discapacidad, el sistema público de salud”, remarcó.
En ese marco, Glinski sostuvo que el resultado también expresó un límite político al “nivel de cinismo” del Gobierno nacional, al intentar derogar por vía presupuestaria normas que habían sido ampliamente respaldadas en la calle y en el Congreso. Según el diputado, más allá de la rosca parlamentaria, “hubo una conciencia muy clara” sobre el peso social y la legitimidad de esas leyes, lo que terminó ordenando voluntades para frenar una maniobra que consideró excesiva incluso para aliados circunstanciales del oficialismo.
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El error de mezclar todo en un solo capítulo
Uno de los puntos centrales de su análisis fue la decisión del oficialismo de forzar la votación del Presupuesto por capítulos y no por artículos. En particular, el rechazo al capítulo 11 —donde se mezclaron derogaciones sensibles, como universidades y Garrahan, con partidas para la Ciudad de Buenos Aires y fondos para la Corte Suprema— terminó siendo determinante.
“El Gobierno quiso la chancha, los 20 y la máquina de hacer chorizos: intentó conformar a Dios y al diablo al mismo tiempo”, graficó Glinski. A su entender, esa maniobra buscó comprometer a aliados circunstanciales, pero terminó generando el efecto inverso. “Ahí se engolosinaron y perdieron”, resumió.
“La idea de que el Gobierno nos iba a pasar por arriba no existió”
En ese marco, el diputado también relativizó la imagen de fortaleza parlamentaria del oficialismo. Recordó que el quórum se logró con apoyo opositor y puso como ejemplo el rol del bloque Provincias Unidas, que incluyó a un diputado chubutense. “Esa idea previa de que el Gobierno estaba empoderado y nos iba a pasar por arriba no existió”, afirmó. “El diputado Jorge Ávila fue uno de los últimos en sentarse, para permitir el quórum necesario para la sesión”, detalló.
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Para Glinski, el resultado dejó al descubierto que “la relación de fuerzas no es tan clara como se suponía” y que aún hay margen para que el Congreso actúe como contrapeso político.
¿Puede repetirse el escenario con la reforma laboral?
Consultado sobre el debate que se viene por la reforma laboral, en un contexto de fuertes movilizaciones sindicales en Comodoro Rivadavia y en todo el país, Glinski sostuvo que la experiencia reciente abre una puerta a la incertidumbre legislativa.
“Esa idea de imprevisibilidad cabe también para la reforma laboral”, dijo, aunque aclaró que el Gobierno ya negoció algunos puntos sensibles, como la no eliminación de la cuota solidaria sindical, antes incluso de enviar el proyecto al Congreso.
Si bien reconoció que existe consenso en torno a la necesidad de modernizar la legislación laboral, advirtió que el problema central es el método del oficialismo. “No hay margen para discutir en serio si el Gobierno pretende que todos levantemos la mano sin debatir nada. La discusión, la movilización y los argumentos todavía operan sobre la realidad”, sostuvo.
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Dependencia provincial y debilidad política
En el cierre, Glinski introdujo una lectura política más amplia, vinculada a la situación fiscal de Chubut y su dependencia de la Nación. Señaló que la fragilidad de las cuentas públicas provinciales condiciona el comportamiento de gobernadores y legisladores.
“El nivel de dependencia y vulnerabilidad es muy grande. Es muy fácil comprar un quórum o un voto cuando las necesidades son enormes”, afirmó, en referencia a la negociación de apoyos a cambio de fondos o autorizaciones para endeudamiento. Para el diputado, ese es “el dato de fondo” que atraviesa hoy la relación entre las provincias y el Gobierno nacional.