Algo no encajaba en el ambiente. Estaban el sillón capitoné verde musgo, las lustrosas mesas de estilo y las mismas lámparas de pie que flanqueaban el cuadro de la condesa italiana Colleoni, protagonista de «Retrato de una dama», que coronaba la escena, pero el cuadro no estaba. A golpe de vista, sobre esa misma pared, recién llegados, algo turbó a los fiscales, porque desentonaba.
Pronto lo supieron: colgado con un tarugo fisher, un tapiz con imágenes de caballos ocupaba el sitio del cuadro que los federales habían ido a buscar, la obra desaparecida hace 80 años, robada por los nazis y que, por un descuido, fue descubierto en un chalé de Mar del Plata. La propiedad perteneció a Fiedrich Gustav Kadgien, el «mago de las finanzas de Hitler», uno de los nazis más buscados y que murió en Argentina en 1978.
Un chalé de donde se secuestraron bocetos, grabados de 1947 con referencias alemanas «y, de otros cuartos, obras del estilo de la que habíamos ido a buscar, que tienen esos marcos distinguidos», aseguró a Clarín una fuente del caso. Un chalé, el de Padre Cardiel casi Patagones, en el residencial Parque Luro, donde al parecer prima el gusto por las artes plásticas y el improvisado tapiz, el retrato de caballos, conformaba un escenario más bien grotesco.
La investigación, iniciada a partir de denuncias de Interpol Argentina y de ARCA Aduana por contrabando y encubrimiento de contrabando, sigue su curso con el objetivo de encontrar la obra de arte.
Al fiscal Carlos Martínez, del Área de Atención Inicial de la Unidad Fiscal Mar del Plata, lo acompañaron en el operativo los fiscales Juan Martín Vera y Julio Darmandrail y dos expertos en artes visuales quienes en estas horas analizan los grabados secuestrados.
«Están siendo analizados, en principio parece tratarse de reproducciones, no puede decirse que hayan sido robadas en el mismo contexto», dijo el fiscal Carlos Martínez a Clarín.
Explicó que de momento no recibió ningún tipo de requerimiento formal desde Países Bajos, de dónde era la colección que integraba la obra que el artista italiano Giuseppe Ghislandi pintó en el siglo XVII. Pero sí se pudo corroborar que la obra integra la base de datos de obras robadas por el nazismo en la Segunda Guerra Mundial al coleccionista Jacques Goudstikker, en Amsterdam, y que su familia sigue reclamando.
Como contó este diario, el hallazgo lo hizo el diario neerlandés AD. Fue su corresponsal en Buenos Aires, luego de numerosos intentos por contactar a Patricia Kadgien, una de las hijas de Fiedrich Gustav Kadgien, el funcionario de la Alemania nazi que se radicó en Buenos Aires y fundó empresas.
Por eso, el periodista llegó a Mar del Plata a comienzos de agosto, pero nadie lo atendió en el chalé de la calle Padre Cardiel, aunque supo estaba ocupado y, por el cartel en el frente, que entonces estaba a la venta.
Antes de regresar, nada más googleó la web de inmobiliaria que lo ofrecía y se encontró, al deslizar las fotografías, que en la quinta imagen aparecía, sobre ese sillón verde, entre las lámparas y bajo un techo de gruesas vigas de madera, el cuadro buscado. Exactamente en el mismo lugar donde luego se colgó un tapiz con imágenes de caballos.
De todos modos, contó un investigador, se constataron las marcas en la pared y la existencia allí de un gancho más grueso, ya no tipo fischer, apto para soportar el peso de una cuadro más pesado, evidencia del robo sistemático de bienes culturales por parte del nazismo. El delito a imputar sería, en principio, encubrimiento, y el hecho de haber reemplazado la obra, y ocultarla, si bien no agrava el delito, bien puede leerse como una obstrucción a la acción de la Justicia.
Mar del Plata. Corresponsal
MG