Boca cambió el aire, recuperó la comunión con la gente y ya trabaja en busca de la hazaña

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MIAMI (Enviado especial).- Por las calles y avenidas, en las playas bajo el sol y en los shoppings llenos de gente, las camisetas azul y oro aparecen una y otra vez. Grupos de hinchas caminan juntos, algunos con banderas al hombro, otros con gorras y remeras, mientras autos con banderas de Boca parten rumbo a Nashville en una caravana que llama la atención. La pasión se siente en el aire, que se nota en cada gesto, y que hace que Boca imponga su presencia en Miami. Pero hay algo más. Algo que no se ve, pero se siente. Está en el aire, en los gestos, en las miradas. Es una atmósfera distinta, nueva. Después de mucho tiempo, Boca respira armonía.

Ya no es solo el aliento masivo ni el esfuerzo por acompañar al equipo adonde juegue. Lo que cambió -y se percibe con fuerza- es la sintonía entre todas las partes: hinchas, jugadores, cuerpo técnico, dirigentes. Como si, después de mucho tiempo, cada pieza hubiera encontrado su lugar. Como si algo, por fin, se hubiera ordenado.

El plantel se entrenó en la Universidad de Barry con vistas al duelo ante Auckland

Gran parte de este cambio tiene nombre propio: Miguel Ángel Russo. El técnico llegó cuando el equipo estaba en medio de la tormenta y, en pocas semanas, logró enderezar el rumbo. Lo que siempre estuvo presente fue la pasión del hincha de Boca, pero esta vez, como en los viejos tiempos, el impulso vino desde adentro hacia afuera. El equipo cambió la mentalidad y el nuevo cuerpo técnico renovó el aire. Aunque Boca tardó más de un mes en confirmar a Russo como reemplazante de Gago, quizá haber llegado justo antes del Mundial de Clubes terminó siendo algo positivo, porque todavía se mantiene esa energía del arranque.

Las estadísticas indican que Boca está al borde de una eliminación en la fase inicial de otro torneo internacional. Esto sucede apenas cuatro meses después de la derrota contra Alianza Lima en el repechaje para entrar a la Libertadores, y menos de 50 días después de que jugadores y dirigentes fueran reprobados en la Bombonera en la previa de los penales contra Lanús. Pero el ambiente que se siente en Miami es distinto. Ese clima que se respira no tiene que ver con que Miami sea una ciudad más relajada o poco futbolera. Todo lo contrario: la mayoría de los hinchas que llenaron las tribunas viajaron desde Buenos Aires y otras provincias del país. Y ese cambio de ánimo también se nota en las redes, en los comentarios, en la forma en que se habla del equipo.

Russo, sonriente, en la práctica de este sábado en Miami

En Boca, las derrotas ya no parecen sinónimo inmediato de crisis. Y aunque el golpe dolerá si la clasificación no se concreta, la sensación es que algo bueno está gestándose. Que estas dos actuaciones sobrias, ante un gigante como Bayern Munich y un equipo competitivo como Benfica, no fueron casualidad. Que, quizás, este Mundial de Clubes marque el comienzo de una etapa distinta. Una etapa que también podría traer nombres nuevos: algunos referentes, como Marcos Rojo, Sergio Romero o Frank Fabra, probablemente digan adiós tras este torneo o, a más tardar, a fin de año. Son jugadores con recorrido y peso en el vestuario, pero cuya imagen también empieza a mostrar el desgaste lógico del tiempo. Todo indica, además, que Leandro Paredes está cerca de convertirse en el tercer refuerzo. El equipo se va armando, y encontrando una identidad.

¿Y Marcos Rojo? No se lo vio ayer en el entrenamiento, justo cuando parecía que podía ser titular ante Auckland. ¿Qué pasó? Habría caído mal la amonestación ante Bayern que sumó desde el banco (fue suplente), por protestar una falta sobre Merentiel. Desde el club informaron que trabajó en el gimnasio, pero no se lo vio con sus compañeros ni se informó de ninguna lesión ¿Otro indicio de que su ciclo parece estar cerca del final?

A Marcos Rojo no se lo vio en la práctica y su futuro es cada vez más inciertoAlan Craig

La derrota ante el Bayern dolió, claro. Porque más allá de que el rival fue superior y que el resultado pudo haber sido más amplio, Boca supo empatar el partido en el segundo tiempo y, por un rato, incluso dominó. Se plantó, fue al frente, creyó. No alcanzó, pero dejó una sensación que no es menor: la de un equipo que no baja los brazos, que compite y que está vivo. Por eso, aunque la clasificación dependa de una combinación de resultados, nadie se anima a dar por acabado el sueño.

Con ese espíritu renovado, Boca logró sobreponerse a varias adversidades desde el inicio del Mundial de Clubes. Las lesiones golpearon fuerte en los primeros días: Edinson Cavani, por ejemplo, aún no se entrenó con el grupo y está prácticamente descartado para el partido contra Auckland. Los refuerzos Malcom Braida y Marco Pellegrino se sumaron con la preparación ya avanzada, y Ayrton Costa, que llegó más tarde por demoras con su visa, estuvo entre algodones desde el principio: fue duda ante el Bayern, completó los 90 minutos y un “pinchazo” lo dejaría al margen del próximo compromiso.

Este sábado, el plantel se entrenó por la tarde en un ambiente de absoluta tranquilidad. No hubo risas, pero tampoco caras largas; la ilusión estaba a flor de piel. En el grupo hacen una cuenta sencilla: si Boca le gana a Auckland City por seis goles -Benfica los venció 6 a 0 y Bayern Munich le hizo 10-, le bastará con que los alemanes derroten por la mínima a las Águilas para avanzar a la siguiente ronda. Por eso, y a pesar del desgaste físico que mostró el equipo ante Bayern, la idea de Russo es no tocar demasiado el once. Más allá de la baja segura de Costa (se perfila para ingresar Marco Pellegrino), las otras dudas están en Miguel Merentiel y Rodrigo Battaglia. El delantero jugó como único punta en ambos partidos, hizo un esfuerzo titánico y terminó agotado, llegando a pedir cambio en los dos encuentros: con calambres frente a Benfica y completamente fundido contra Bayern. Algo similar sucedió con el volante. Por Costa, sin Rojo, ingresaría Marco Pellegrino.

Mientras Boca se entrenaba, en las playas del sur de Florida las reuniones de hinchas continuaban. En un pacto tácito con el plantel, casi no hay presencia de fanáticos en la puerta de la concentración y mucho menos en el lugar de entrenamiento, por más que se encuentre alejado de las zonas más turísticas. Los roles están claros: los jugadores trabajaban en paz; la gente disfruta en el mar y, en los partidos, se unen para hacerle fuerza a cualquier rival. “Lo de los hinchas de Boca es impresionante, hay que armar una sociedad importante con ellos”, destacó Russo después del partido. En eso anda Boca: reconstruyendo no solo un plantel, sino el vínculo con su gente, con la fe intacta y el horizonte claro, en busca de devolverle esa gloria que tanto anhela.


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