Caputo copió las bandas del dólar de Israel: fue un modelo exitoso o terminó en descalabro?

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En las últimas semanas, la economía nacional quedó sorprendida ante el repentino anuncio del Gobierno de quitar el cepo cambiario. En su lugar, de acuerdo al anuncio del ministro de Economía, Luis «Toto» Caputo, se implementó un sistema de bandas de flotación un rango inicial para el dólar entre $1.000 y $1.400 ajustado mensualmente en, aproximadamente, 1%. Para ello, el Banco Central de la República Argentina (BCRA) deberá intervenir comprando dólares en el piso para acumular reservar e ir vendiendo en el techo de su valor para absorber liquidez.

Respaldado por el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) que incluyó un desembolso de u$s20.000, la administración de Javier Milei avanzó con este esquema que, para muchos, evoca un paralelismo histórico con el caso de Israel en la década de 1980, cuando ese país logró superar una hiperinflación devastadora mediante un plan de estabilización que incluyó bandas cambiarias. Pero, ¿realmente son comparables los escenarios políticos, históricos y económicos entre estas dos naciones?

La crisis israelí: un abismo económico en los ´80

Para responder a ello es necesario y prudente retrotraerse a principios de la década de 1980 cuando Israel enfrentaba una crisis económica de proporciones históricas. La inflación anual promedio entre 1973 y 1985 rondaba el 100%, pero en 1984 alcanzó un pico de 373%, según datos históricos. Este escenario hiperinflacionario fue impulsado por un déficit fiscal que en 1984 representaba el 13% del PBI, financiado en gran parte con emisión monetaria; la indexación de salarios, precios y contratos perpetuaba la inercia inflacionaria, mientras que la dolarización informal y los choques externos, como la crisis del petróleo de los años 70 y los conflictos regionales, agravaban la situación.

El shekel, la moneda local, sufría devaluaciones constantes, erosionando la confianza de los ciudadanos y elevando los costos de importación. En este contexto, el gobierno israelí, con apoyo internacional, lanzó en julio de 1985 el Plan de Estabilización Económica, un programa integral diseñado para frenar la inflación y restaurar la estabilidad macroeconómica. Este plan combinó medidas fiscales, monetarias y cambiarias. En el frente fiscal, se redujo drásticamente el déficit público, pasando de 13% del PBI en 1984 a 0% en 1986, mediante recortes de subsidios y gasto público. En el ámbito monetario, el Banco de Israel restringió la emisión de dinero y elevó las tasas de interés. Además, se implementó un congelamiento temporal de precios y salarios para romper la indexación inflacionaria.

En el aspecto cambiario, el plan comenzó con una devaluación inicial del 20% del shekel frente al dólar en julio de 1985, seguida de un tipo de cambio fijo durante 13 meses para anclar las expectativas inflacionarias. Un año después, se introdujo un ajuste adicional del 10% frente a una cesta de monedas, marcando el inicio de un sistema más flexible que, sin el apoyo del Tesoro de Estados Unidos, equivalente al 7,5% del PBI israelí, hubiera sido imposible.

Pero, recién en 1989 Israel daría un paso crucial al adoptar un sistema de bandas cambiarias móviles, conocido como «crawling band». Inicialmente, el shekel podía fluctuar ±3% alrededor de un tipo de cambio central, que se ajustaba según la diferencia entre la inflación interna y la global; lo que generaba que el Banco de Israel intervenga comprando dólares si el shekel se revaluaba demasiado (llegando al piso de la banda) para proteger a los exportadores, o vendiendo dólares si se devaluaba (llegando al techo) para contener la inflación.

A lo largo de los años 90, la banda se amplió progresivamente, alcanzando el 30% para 1998, según datos del Banco de la República. Este esquema permitió una transición gradual hacia una mayor flexibilidad cambiaria, reduciendo la necesidad de intervenciones constantes por parte del propio Estados. Con su éxito, finalmente, entre 1999 y 2005 las bandas fueron eliminadas y el país adoptó una flotación administrada y luego una libre, consolidando la estabilidad económica.

Los resultados fueron significativos, pero el proceso fue largo; teniendo en cuenta que la inflación cayó de 373% en 1984 a 308% en 1985 y siguió descendiendo hasta alcanzar un dígito en 1995, es decir, una década después. Las intervenciones en el piso de la banda permitieron acumular reservas internacionales, mientras que la ampliación gradual del rango mejoró la competitividad de las exportaciones, lo que generó que para principios de los 2000, la inflación dejara de ser una preocupación, y el crecimiento del sector tecnológico diera un salto hacia una economía más diversificada.

El eco en Argentina: quita del cepo y paralelismo con Israel

Ahora, el caso local dio con la eliminación del cepo cambiario y la implementación de un sistema de bandas de flotación, con un rango de partida de $1.000 a $1.400 para el dólar, y permitiendo al BCRA intervenir comprando dólares de piso para fortalecer las reservas y vendiendo en el techo para absorber pesos; es decir, con intervenciones no esterilizadas que buscan remonetizar la economía. Todo, respaldado por el acuerdo con el FMI que incluyó U$d4.700 millones desembolsados el 10 de abril de 2025 y un total proyectado de U$d20.000 millones, similar a la ayuda económica que recibió Israel en 1985.

El acuerdo con el Fondo Monetario Internacional fue de suma importancia para avanzar con la quita del cepo

Aunque ambos esquemas comparten la lógica de bandas cambiarias y el objetivo de estabilizar economías bimonetarias, las diferencias en contexto, magnitud y ejecución son significativas. Por ejemplo, el contexto inicial donde Israel enfrentaba una una hiperinflación de 373% en 1984, con un déficit fiscal del 13% del PBI. Argentina, en cambio, registraba una inflación del 50-60% anual en 2024-2025, según estimaciones del BCRA, y aunque el déficit fiscal era elevado, no alcanzaba los niveles israelíes.

Otro ítem a destacar es que Israel inició con una devaluación del 20% y un tipo de cambio fijo, mientras que Argentina eliminó el cepo e implementó directamente bandas de flotación con un rango amplio (40%, de $1.000 a $1.400). La banda inicial israelí (±3%) era mucho más estrecha, siendo una transición más cautelosa.

Sin mencionar la magnitud de la inflación que en el caso israelita era mucho más severa con un 373% y la argentina oscila entre 50 a 60%. Y, por último el modo de llevar la medida: Israel optó por intervenciones esterilizadas, mientras que Argentina opta por no esterilizarlas, buscando remonetizar la economía, lo que podría generar presiones inflacionarias si es que la demanda de pesos no crece. Pero, el éxito israelí sugiere que las bandas cambiarias son efectivas, aún en escenarios casi catastróficos en términos de economía, siempre y cuando se combinen con disciplina discal, control monetario y una estricta gestión gubernamental.

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