Tomar un café e interactuar y familiarizarse con gatitos: esa es la propuesta. Bajo el nombre “cat café”, esta nueva tendencia se extiende a lo largo de la región y se abre camino tímidamente en la Argentina.
Se trata de un concepto que nació en Taiwán y que alcanzó luego su éxito en Japón. Según el sitio de los récord Guinness, “Kitten Garden” es reconocido como el cat café más antiguo: abrió sus puertas en 1998 en Taipei, con una amplia gama de gastronomía y estanterías repletas de libros sobre gatos. En tanto, de acuerdo con el último relevamiento de la entidad, realizado a inicios de 2023, Japón se ubica como el país con más locales de este estilo: hay 300 en el país, de los cuales más de 60 están en Tokio.
“Se cree que son tan populares en Japón porque muchos departamentos prohíben la tenencia de mascotas. Así, la gente puede disfrutar de la presencia de los gatos en cafés dedicados a ellos. Por esta misma razón, otros cafés con animales también se volvieron populares, como aquellos con perros, reptiles, loros y conejos, donde los visitantes pueden desestresarse al final de la jornada laboral en compañía de animales domesticados de su elección”, señala el portal.
En la Argentina, el primer cat café comenzó a gestarse durante la pandemia, sin mucha planificación y casi por casualidad, de la mano de Diana Capasso, Liliana Raco y Gabriela Marcos: tres amigas que tenían una empresa de turismo y un departamento destinado a alquiler temporario a pocas cuadras del Abasto Shopping, a las que la irrupción de la cuarentena dejó sin trabajo. “Nosotras vivíamos al lado, y usábamos el patio del departamento para tomar sol y jugar con tres gatos que yo tenía y otros tres de una amiga que transité. Cuando la pandemia aflojó, los vecinos empezaron a bajar a tomar mate y café y socializar; y encontramos que el contacto con los gatitos era muy sanador. Cuando me di cuenta, los vecinos habían corrido la noticia mediante el boca a boca y un día, en el supermercado, me dijeron ‘ah, vos sos la del cat café’. Yo no sabía ni qué era”, señaló Capasso.
Ya bautizado Cat Café Buenos Aires, el espacio abrió oficialmente en 2021 y traspasó las fronteras del barrio, luego de que alguien publicara un video en TikTok. Tuvieron que poner turnos y empezaron a funcionar de miércoles a domingo, por la mañana y por la tarde; ofrecen una “merienda simple”, un café con un alfajor. A pesar del boom, para Capasso hay un punto clave: el espacio no tiene un propósito comercial. Cat Café Buenos Aires colabora con diferentes refugios, a los que apoya económicamente y mediante la difusión de adopciones; a la vez que se alza como un espacio de “gatoterapia” -terapia basada en la interacción con gatos para ayudar a personas con trastornos físicos, psicológicos o sociales-.
“No hay otro lugar como este. Esta es la casa de los gatos, en la que ellos reciben a las visitas: es una familia de 11 gatos ensamblados, que duermen juntos y que no pelean para comer. Esto es lo que la gente valora y hace que las personas vuelvan”, remarcó. El espacio es también “cat café hermano” de Ronron Cat Café, en Brasil; de El Mundo de Dalí, en Chile; y de Cafelino, en Uruguay, con los que comparte la visión y promueve las visitas.
Un año después y con base en Rosario, Cecilia Mansilla creó Gatogasinos con un propósito definido. “Yo soy terapeuta holística. En uno de mis viajes conocí esta temática y me enamoré; me pareció maravilloso combinar la energía sanadora de los michis con las técnicas que yo hago. El cat café es un espacio sagrado: está armonizado con cristaloterapia, musicoterapia y aromaterapia”, explicó. En esa línea, Mansilla detalló: “Me sorprendió que en Japón las personas viven mucho esa experiencia. Normalmente, allá hay que pagar una entrada y cada 10 minutos corre una ficha. Yo quise romper esa estructura y ponerle más armonía, porque quería que la gente viniera a conectar con la frecuencia del lugar. Acá las personas pueden pagar por una consumición y quedarse el tiempo que quieran”.
Actualmente, Gatogasinos reúne a ocho gatos que fueron rescatados de la calle. De acuerdo con la emprendedora, el límite fue fijado en coordinación con la Municipalidad de Rosario, en función del tamaño de la cafetería y en pós del bienestar de los animales. No obstante, aclaró que el camino no fue fácil: recién este año, el Concejo Municipal aprobó e instauró el Programa “Rosario Pet Friendly”, que permite el ingreso y la permanencia de animales domésticos de compañía en bares y restaurantes de la ciudad.
A partir de sus redes sociales, el cat café también empuja las adopciones de gatitos, en tránsito y rescatados por vecinos y refugios. “Habíamos armado una habitación para michis en tránsito pero el Gobierno no nos lo permitió y lo entendimos, porque cuando uno trae a un michi en tránsito es lógico que el grupo se altere. No podemos romper la absoluta calma que ellos tienen. Hoy, conformamos una comunidad hermosa”, aseguró.
A contramano, Nekofi emergió en el denominado Barrio Chino de la ciudad de Buenos Aires con una propuesta diferente y centrada en la cafetería de especialidad. No obstante, dada la normativa, que prohíbe la tenencia de animales en lugares gastronómicos, el local fue montado con dos espacios separados. Por un lado, con el salón para consumo, en donde se ofrecen platos como beef noodles, katsudon, curry, croissants y otros tipos de laminados. Y por el otro, con el sector en donde se encuentran los gatitos -separado por un ambiente intermedio para que los ingresantes se higienicen-.
“El espacio que conseguimos era reducido y no queríamos que los gatos estén por mucho tiempo de manera permanente ni trasladarlos todos los días tampoco, porque se iban a estresar. Por eso, cambiamos la dinámica del cat café: mientras que normalmente viven en la cafetería y la gente los visita, nosotros lo diseñamos como un hogar transitorio que fomente adopciones”, señaló Rafael Park, quien lleva el negocio junto a William Lu.
Asimismo, puntualizó: “Pusimos turnos de 20 minutos de duración, en los que una cuidadora -que está de forma permanente- les explica a las personas sobre adopción responsable y les cuenta la historia de cada gatito. Pueden pasar un tiempo con ellos y, si les interesa, pueden adoptarlos. Para ello, tienen que llenar un formulario y pasar por un proceso de selección a cargo del refugio Red 4 Patas, con el que trabajamos”.
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