La fotografía es una herramienta poderosa para explorar el mundo que nos rodea. Al capturar estructuras arquitectónicas, animales, paisajes o personas, podemos apreciar la belleza y el sentido estético en un momento detenido en el tiempo.
Incluso en medio de la monotonía, una imagen de un rincón de México puede ser entretenida y nos deja conocer algo nuevo que podríamos hablar en reuniones.
La imagen del día, proporcionada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), nos invita a reflexionar sobre la creatividad humana y la belleza que se encuentra en nuestro país. Sin más dilación, aquí está la imagen del día.
La zona arqueológica de Tamohi, cuyo nombre significa “lugar de las nubes de agua”, se localiza en la Huasteca Potosina. Este antiguo centro ceremonial, testimonio del esplendor de la cultura huasteca, brinda un espectáculo natural único durante el solsticio de invierno.
En esta fecha, el sol se oculta en el majestuoso cañón formado por el río Tamasopo, en un sitio conocido como el Puente de Dios. Este fenómeno natural subraya la profunda conexión que los antiguos habitantes de Tamohi establecieron con su entorno.
De acuerdo con registros históricos del siglo XVI, la región Huasteca fue un importante proveedor de bienes para el imperio mexica, destacándose por tributar productos como mantas de algodón decoradas, chile seco, cacao, piedras verdes, resinas, hule, chapopote, plumas y pieles, entre otros. Este comercio, junto con una sólida base agrícola, permitió a ciudades como Tamohi alcanzar un notable desarrollo en la época prehispánica. Según informó el texto fuente, esta ciudad, que llegó a albergar hasta 10.000 habitantes en su apogeo, se consolidó como uno de los principales centros urbanos de la región antes de quedar deshabitada tras la llegada de los españoles.
Tamohi, ubicada en la región Huasteca, es una de las zonas arqueológicas más destacadas de esta área. Según detalló el texto fuente, de las 210 hectáreas que conforman el sitio, menos del 0,6 % ha sido excavado y acondicionado para el público. Lo que actualmente se puede visitar incluye una plataforma rectangular cuya fachada principal, orientada hacia el este, alcanza los seis metros de altura. Esta estructura alberga nueve edificios principales y otras construcciones menores, que en conjunto abarcan poco más de 8.000 metros cuadrados. Los edificios están dispuestos alrededor de una plaza abierta hacia el este, enmarcada por cinco basamentos mayores y tres edificaciones menores en el centro.
El método constructivo de Tamohi es un reflejo de la ingeniería y el diseño prehispánico. Según consignó el texto fuente, las edificaciones fueron levantadas mediante la compactación de tierra, que posteriormente se recubría con cantos rodados y un aplanado de estuco. Sin embargo, la mayor parte de las plataformas y estructuras de la ciudad aún no han sido exploradas, dejando un vasto potencial arqueológico por descubrir.
En las terrazas periféricas de mayor extensión, se han identificado hornos subterráneos utilizados para la producción de cerámica. Según el texto fuente, esta cerámica, decorada principalmente con diseños negros sobre una base blanca o directamente sobre el color claro del barro, era objeto de un notable intercambio comercial. Los diseños de los artesanos de Tamohi se distinguen de los de otros asentamientos de la región, lo que subraya su exclusividad y la importancia de su producción en el comercio regional.
El sustento de la población de Tamohi se basaba en una combinación de agricultura, caza, pesca y comercio. Según el texto fuente, los habitantes practicaban la roza y la quema en los campos circundantes, mientras que en algunas áreas se implementaba el riego con agua del río para cultivos intensivos. Entre los principales alimentos cultivados se encontraban el maíz, variedades de calabaza, chiles y posiblemente yuca o mandioca. Además, la cría de venados, guajolotes y perros, junto con la pesca y la recolección de moluscos, complementaba la dieta de la población. El cultivo de algodón también jugó un papel crucial, ya que este material era utilizado para la elaboración de mantas que formaban parte de los tributos al imperio mexica.
El texto fuente también destacó que Tamohi rivalizaba en importancia con Tamuín, cabecera de un señorío que llegó a ser tan relevante que Hernán Cortés lo tomó para sí durante la conquista española. Este hecho marcó el inicio del declive de ciudades como Tamohi y Tamtok, que quedaron deshabitadas tras la reubicación de sus habitantes en Tamuín.
A pesar de su abandono, Tamohi sigue siendo un testimonio de la complejidad y riqueza cultural de la región Huasteca en la época prehispánica. Su arquitectura, cerámica y organización social reflejan un alto grado de desarrollo que, según el texto fuente, aún está lejos de ser completamente comprendido debido a la limitada exploración arqueológica del sitio. La ciudad, con su historia y legado, representa una ventana al pasado que continúa fascinando a investigadores y visitantes por igual.