A pocas semanas del cierre de 2024, la consultora Empiria, fundada por el ex ministro de Economía, Hernán Lacunza, presentó un informe en el que efectuó un balance del primer año de gestión de Javier Milei, enumerando los aciertos, los errores y los desafíos que asoman de cara a 2025.
En primer lugar, el reporte de la consultora parte de la premisa de que la economía «está mejor que un año atrás» y fundamenta la hipótesis en la baja de la inflación (de 25,5% a 2,4%), la brecha (de más de 200% a menos de 10% y el riesgo país (de más de 2.000 puntos básicos a 715).
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¿La economía se recuperará en 2025?
Desde el punto de vista de los analistas económicos, la recesión era «inexorable» debido a que el nivel de actividad económica era «artificial por los planes platita y el dólar y las tarifas atrasados» así como los «riesgos de hiperinflación (se había duplicado dos años seguidos, hasta 211%), default (el riesgo país orillaba los 2.700 puntos) o corralito (reservas negativas US$ 11.000 millones) no eran despreciables».
En tal sentido, los autores del análisis vaticinaron un 2025 mejor que el año corriente con un «rebote completo de la producción de entre 3% y 5,6%», una «importante» desaceleración de la inflación (23% a 37% anual) y una recuperación parcial del consumo. Sobre este último punto, detallaron que retrocedió 6% en 2024.
«El rango nominal, todavía amplio (23-37% de inflación anual) pero casi la décima parte que un año atrás, está determinado por la aun pendiente normalización del mercado cambiario, que puede provocar un fogonazo inflacionario acotado y de corto plazo en el trimestre que se liberen las restricciones, a cambio de mayor inversión y crecimiento posterior, o por la continuidad del régimen cambiario con menor inflación pero un rebote más ‘amarrete’ de la inversión», ponderaron.
El desafío de levantar el cepo cambiario
A la hora de imaginar un escenario de «tropical y con tormentas de verano» en caso de liberar el cepo cambiario, el equipo del ex titular del Palacio de Hacienda proyectó que «no hay ningún riesgo de desborde inflacionario o riesgos en el sistema financiero, por la consolidación del programa de austeridad fiscal y prudencia monetaria».
«En el otro caso, de permanencia del cepo, tampoco se prevé un camino lineal sino sinuoso, por ejemplo si se descontara una normalización cambiaria recién en noviembre post-elecciones, el mercado podrá recalentar la demanda ya en el tránsito desde mediados de año», sumaron.
Y continuaron: «Tras un 2023 que sostuvo artificialmente el consumo a costa de una inflación superior a 200%, el sinceramiento de 2024 arroja una contracción adicional del 2,8% anual en la producción y de 6,6% en el consumo, afectado por el menor ingreso disponible (14% inferior al de noviembre de 2023 por gastos fijos -tarifas- con mayor incidencia en el presupuesto familiar)».
Motosierra fiscal y baja de la inflación
En cuanto al ajuste fiscal, de casi 5 puntos porcentuales del Producto Bruto Interno (PBI), Empiria reconoció que no fue «absorbido por la casta, que no figura aislada en el presupuesto nacional, sino mezclada en el gasto público convencional: los salarios públicos y las jubilaciones perdieron cerca de 20% de su poder de compra, los subsidios cayeron más de 30% real (suba de tarifas), los planes sociales (piquetes) un 30%, las obras públicas y las transferencias a provincias presentaron caídas del orden del 70% real».
Asimismo, los economistas indicaron que la inflación esperada de 118% representa casi la mitad que la del año anterior y es fruto del ajuste fiscal y la «prudencia monetaria asociada», pero también de la «significativa apreciación del peso» que inhibe la normalización del mercado de cambios a la cotización oficial y desafía la competitividad en muchos sectores productivos.
«El año cierra con el tipo de cambio real oficial al mismo nivel que el del punto de partida mientras que el ‘paralelo’ (MEP/CCL) cayó 54%, con una brecha que pasó de 150% a menos del 10%. El salario privado formal está casi en los niveles de inicio, pero el salario formal en dólares, fruto de la apreciación, subió 82%. A partir de la reducción de subsidios, los precios regulados subieron 39% en términos reales, mientras que el salario público cayó 16%«, postularon.
En relación con la actividad económica, afirmaron que en la Argentina se produce un 3% menos que un año atrás y que la caída y posterior repunte de la producción no es homogénea: mientras que la superación de la sequía permitió al campo mostrar niveles productivos superiores (+30%), el PBI “urbano” caerá 4,5% (principalmente industria, construcción y comercio).
Respecto al sector constructor, se posiciona 25% por debajo de fines de 2023, explicado por el cese de la obra pública y por los fuertes aumentos del costo para los privados. Acerca del desempeño de la industria, el informe asegura que ya recuperó su derrumbe de 2024.
«El campo y la minería (incluyendo petróleo y gas), por su parte, siguen creciendo. El levantamiento definitivo del cepo, junto a la definición del régimen monetario y cambiario que impulsará el Gobierno una vez que se eliminen las restricciones actuales, serán hitos fundamentales para completar la normalización económica, que permita entrar en una etapa de crecimiento sostenido», concluye el estudio.
MFN / lm